Saturday, October 24, 2009

Sanitarismo fashion





Recién me entero de que el más reciente laureado con el Nóbel de la Paz desea consagrarse como merecedor indiscutido del premio y ha declarado a la gripe porcina una emergencia nacional, firmando la misma proclama que antecede como medida preventiva a la llegada de un huracán.

Lo sorprendente es cómo en un Estado que se desentiende de la salud de sus ciudadanos se pone tanto énfasis, y cala tan hondo un discurso médico-policial (que genera un negocio especial para los laboratorios que fabrican la nueva vacuna), sobre la alegada "pandemia" de la gripe porcina. Todo este "simbolismo político" es una muestra de lo que se llama gatopardismo.

La prensa tilinga local seguramente se hará eco de la medida, y posiblemente Nelson Castro aparezca elogiando a Obama, y recordando que aquí se postergó la declaración de la emergencia hasta pasadas las elecciones.

Mientras tanto, los diarios del mundo advierten que ya han muerto 5.000 personas a causa de la enfermedad. Podríamos sugerirles que visiten el Norte argentino, donde podrán corroborar que mueren muchas más personas al año a causa de diarrea y desnutrición, todas ellas enfermedades evitables y que precisan de un tratamiento mucho más barato.

Si quieren ver la seguidilla de noticias que ha publicado el NYT al respecto, clik aquí.


Tuesday, October 20, 2009

Un punto sobre el ingreso universal

Es gracioso que el ingreso universal se defiende desde la derecha (resignada a que haya algún tipo de welfare social), en apoyo de la izquierda socialdemócrata, precisamente por las malas razones, que aunque no se digan, están bien presentes:

i) que se reparta a todos; no vaya a ser que le den a un pobre y no a un tipo de clase media; estos negros están acostumbrados a vivir del Estado. Si subsidian a ellos, que me subsidien a mí que soy de clase media y me esfuerzo más que ellos.

ii) que sea universal implica que le darán menos a los pobres que aquello que les tocaría si no fuese universal.

Saturday, October 17, 2009

Sobre "demócratas deliberativos", radicales y otros contra la ley de medios

Roberto Gargarella —discípulo de Nino, teórico de la democracia deliberativa, activo intelectual de la UCR— tomó parte hace poco en un debate que bautizaré "principismo vs. conformismo", en particular, acerca de la sanción de la llamada "ley de medios". Gargarella mantuvo este debate con otro profesor de la Universidad Di Tella, Sebastián Etchemendy, aquí.

Queremos presentar una posición disruptiva con las dos más o menos definidas que se han mostrado en el debate —el principismo democrático de izquierda que esgrime Gargarella vis-á-vis el progresismo conformista con el sistema, o si se quiere ponerlo en términos menos duros, "pragmático" de Etchemendy.

Nosotros estamos por fuera de este syllogismus cornutus, que también integra lo políticamente correcto. En efecto, cuando formulamos una crítica al gobierno, lo hacemos desde el Peronismo Histórico. Básicamente, todas ellas se resumen en una: el kirchnerismo —por culpa propia o ajena— difiere de la reforma social que llevó a cabo Perón en sus dos primeras presidencias. El gobierno a menudo invoca como enemigos a la SRA y la oligarquía —que sin duda lo son de las políticas sociales—, pero entonces de ello debo concluir que estos son hoy más poderosos de lo que eran en el '40 —o bien que ha habido un yerro en este gobierno para practicar una reforma social a la manera de Perón en sus primeras presidencias. En breve, el peronismo de Kirchner peca por defecto, no por exceso, y por eso creo que debe ser acompañado en lo que tiene de peronista —e.g. la disputa con el campo, la ley de medios, el modelo económico, etc.

Pero, con respecto a la discusión principismo-conformismo, no podemos dejar de señalar que el principal mérito del peronismo ha sido el de no considerar a las ideas, a los fines de la discusión política, como entidades desencarnadas, en un mundo lejano de valores, sino, por el contrario, juzgar a las ideas como parte de la realidad, de manera situada, en un sentido concreto, existencial, y por tanto como herramientas para la praxis política.*


Esto ha diferenciado siempre al peronismo del idealismo naïve de socialdemócratas, progresistas y demás ilustrados, y ha sido un modo más fértil de concebir a la discusión política para practicar los ideales de justicia social. Así el peronismo logra tomar por los cuernos al dilema, y demostrar que no son buenas alternativas el principismo apolítico o el conformismo pesimista.


Los teóricos de la democracia deliberativa —como Rawls, Nino et alii— no nos dijeron cómo diseñar el orden social justo, excepto que esto es tarea para un estado fuerte. Por consiguiente, abandonaron ni más ni menos que el núcleo mismo de la política —intereses, lucha, participación, y gobierno—. Al igual que los liberales clásicos y conservadores, ofrecen liberalismo y derechos sin acción democrática. Las teorias de razón pública basadas en la idea de "consenso" en realidad no explican como se alcanzan las precondiciones institucionales de ese consenso; hacen un gigantesco "como si" kantiano, pensando en condiciones de posibilidad del diálogo pero no en los hechos que condicionan la política de los países —en especial, los países dependientes como el nuestro**—, y de qué modo se los debe sortear. En este sentido, el principal problema de la democracia deliberativa es de carácter metapolítico, pues en su "apriorismo" se encuentra descomprometida con las categorías que condicionan la acción política de los gobiernos de turno —tales como el imperialismo, lobbies empresarios, etc.—. Y es apolítica en la medida que se desentiende de crear las condiciones para corregir los defectos de la organización política actual —en particular, la democracia formal buguesa y la partitocracia.

Los demócratas deliberativos creen en el debate democrático bajo ciertas condiciones institucionales pero no se preguntan de dónde saldrán; ofrecen actuar "como si" tales instituciones ya existieran —y así se dan de bruces contra el suelo, ejemplo que la UCR o Carrió nos brindan con creces—. Por consiguiente, la visión de los demócratas deliberativos es tan apolítica e irreal como aquella de la izquierda burguesa del siglo XIX. Por eso, no tiene ningún uso para los activistas políticos, para sindicalistas, movimientos sociales, manifestantes, etc. que difícilmente podrían haber tenido éxito con los límites del político rawlsiano.

Por último, nosotros apoyamos la ley de medios. Sin embargo, que el trato dado por la prensa no ha sido adecuado, porque no se discute punto por punto los pormenores de la ley, sino que se la denota básicamente como una "ley K", "ley mordaza", etc. —"name calling", diría un norteamericano—. Sin embargo, la ley es un buen instrumento político para controlar a los monopolios informativos actuales, que sin duda puede ser perfeccionado en el futuro, pero que abre el juego a otras voces y esto es provechoso en el estado actual de cosas.

* A diferencia de la dialéctica sujeto-objeto de la Ilustración continental, enseñaba Heidegger que el hombre no es un simplemente un ser vivo que, entre otras facultades, tenga también el lenguaje (Die Sprache), sino que Die Sprache es más bien la casa del ser, que, a su turno, también alberga la esencia del hombre.

** En efecto, el mismo Rawls decía en Polítical Liberalism que su teoría pretende una reconstrucción aplicable a las democracias occidentales de aquellos países desarrollados. Difícilmente su teoría pueda ser aplicable a los países más pobres del mundo, con mayor injusticia social, porque en el caso de alguna pobre nación africana, sencillamente allí no tendría sentido hablar de justicia —en términos de Rawls— pues posiblemente no se haya dado algún presupuesto de la justicia, como el de "escasez moderada" —que, de un modo bien kantiano, no significa otra cosa que la escasez necesaria para que sea posible el acuerdo en la posición originaria. Por consiguiente, nada puede decir su teoría sobre la injusticia de los países que viven en la miseria, salvo que allí no hay razón para plantear los problemas sociales en términos de injusticia (?!).

Nobel Peace Prize to Obama

Just one little comment on race in the USA: Among liberals, it is very politically correct nowadays to say that an uncultured white is "white trash", but not that an educated negro is "black foam", and no one would even dare uttering the slur "black trash" to a black from a poor neighborhood—on the guilty assumption that it constitutes a pleonasm... The recent award of the Nobel Peace Prize to Obama illustrates that —despite all Chicago education, pragmatist lingo, articulateness, and the appearance of a "self-made man"—he still remains a slave to world powers.

Premio Nóbel de la Paz para Obama

Sólo un pequeño comentario, acerca de la relación entre raza y los Estados Unidos: Entre los líberals (Demócratas de USAmérica), es muy políticamente correcto estos días decir que un blanco inculto es "basura blanca", pero no que un negro educado sea "espuma negra", y nadie siquiera se animaría a pronunciar el epíteto "basura negra" a un negro de un barrio pobre —con la premisa culposa de que constituye un pleonasmo...—. El reciente otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Obama ilustra que —a pesar de toda su educación en la U. de Chicago, el lenguaje pragmatista, su fluidez para hablar, y la apariencia de un "hombre que se ha hecho a sí mismo"— Obama sigue siendo un esclavo para los poderes mundiales.

Thursday, October 15, 2009

Zonceras del profesor Glaeser

Nos enviaron este link al análisis de un profesor de Harvard sobre la historia argentina donde sostiene que la razón del subdesarrollo argentino ha sido el peronismo. Allí muestra un cuadro donde compara el PBI per capita en 1909 y en la actualidad: un lector no ingenuo descubrirá que países como Chile o Uruguay estaban en esa época en una situación relativa muy inferior a la actual, y ninguno de ellos ha tenido una reforma social como la llevada a cabo por el primer gobierno del Gral. Perón (de Chile sólo podría considerarse al corto y trunco gobierno de Allende—más trunco que el peronista). Es sospechoso que no sean publicados artículos con este tipo de argumentos sobre Chile —la estrella del neoliberalismo en América del Sur—, que en 1909 estaba sólo un poco rezagada respecto de Argentina y casi al mismo nivel de Suiza.

El artículo —como suele suceder cuando algún académico yankee hace como si estudiara científicamente al mundo boli, que nosotros no podríamos entender mejor que él— demuestra una severa ignorancia de la historia argentina. Incurre en el argumento trillado de que el peronismo creó una gran cantidad de empresas estatales, que postraron la economía. En rigor, bajo el primer gobierno peronista se crearon sociedades de economía mixta —con participación estatal y de capital privado—, pues el propósito fundamental era conseguir la coordinación del Estado y las empresas en manos privadas, y de llevar a cabo ciertas empresas que eran abandonadas por los particulares, deslumbrados por ganancias fáciles en otras menos riesgosas —¿alguien imagina a un oligarca invirtiendo en una empresa de energía atómica?—; las sociedades del Estado, generalmente de carácter monopólico y deficitario, fueron fundadas por los sucesivos gobiernos de facto —apoyados una y otra vez por los gobiernos norteamericanos— que le siguieron al peronismo. (Posiblemente, este defensor del capitalismo y el liberalismo ignore a los liberales argentinos, y su vocación contraria al desarrollo industrial, a diferencia de la burguesía del Norte que forjó el capitalismo estadounidense.)

Sería interesante que el profesor Glaeser comparara las políticas que tuvo el General Perón durante los años '40 con aquellas que fueron implementadas en los '50 y especialmente en los '60 por Japón, Corea del Sur y los países escandinavos, y con el desmantelamiento de aquellas que llevaron a cabo las juntas militares.